Casa Tabacos, la taberna que en dos semanas se ha convertido ya en uno de los sitios preferidos de los madrileños.
Expertos en rescatar tascas antiguas para darles una nueva y exitosa vida, los empresarios Sergio Ochoa y Julián Lara, propietarios también de Bodegas El Maño y Casa Macareno, acaban de abrir esta antigua expendeduría de tabacos con platos de toda la vida actualizad.
En sus cartas nunca faltan clásicos como la croqueta de jamón, la ensaladilla, la gilda o unos huevos rotos con gambones, lo que unido a un buen servicio y espacios con personalidad hacen que todo lo que tocan Sergio Ochoa y Julián Lara sea un éxito.
Su historia se remonta diez años atrás, cuando las vidas de estos dos empresarios se cruzaron. Julián era el propietario del restaurante El Cocinillas, en la calle San Joaquín, mientras que Sergio venía de la noche, regentando el Zombie Bar.
Se hicieron amigos y decidieron lanzarse juntos en una aventura empresarial abriendo una primera coctelería llamada Corazón, en la calle Valverde, que según cuenta Sergio «era el sueño de Julián». Con la llegada de la pandemia decidieron desprenderse de ella y del restaurante El Cocinillas y buscar nuevos retos. Desde entonces, cuentan ya con cuatro locales: Casa Macareno, Bodegas El Maño, Café Ruiz y el nuevo Casa Tabacos.
Ambos tienen claro su objetivo, que cumplen a rajatabla cada vez que se hacen con un espacio nuevo. «Nuestra idea es buscar locales emblemáticos y rescatarlos», observa Julián, quien añade que «tenemos amor a lo clásico y a las tabernas antiguas que cuentan con una carta tradicional.» Una filosofía que siguen manteniendo hoy en día, y con la que han logrado que sus locales sean los más solicitados los fines de semana, involucrándose de principio a fin.
«Este mes Bodegas El Maño (Palma, 64) tiene una lista de espera de dos semanas para conseguir mesa en fin de semana», revela Julián.
En cuanto a la comida, cuentan con cartas sencillas que tienen un punto innovador y vanguardista. No se consideran pretenciosos, y se centran sobre todo en que el producto esté rico y tenga buena materia prima. «No hemos inventado nada», reconoce Julián, pero todo el mundo quiere venir a tomarse una ensaladilla, una croqueta, un torrezno o una gilda a nuestros espacios».
La burrata con gambones al ajillo y otros platos de la nueva taberna.
Tienen comprobado que la gente repite en diferentes horarios, bien para tomarun vermú el finde, bien para un vino después del trabajo o una caña el sábado como aperitivo antes de ir a comer con la familia. Y es que, es raro no volver a ver las mismas caras por alguno de sus locales una y otra vez.Su nueva apuesta se llama Casa Tabacos (Palma, 69) justo enfrente de El Maño.
Lo regentaban otras personas hasta que hace un año y medio se vació, y «lo cogimos porque teníamos claro que ese local tenía mucho potencial. Nos encantaba la fachada, una antigua expendeduría de tabacos, y su suelo de baldosas hidráulicas», cuenta Sergio.Sin publicidad alguna ni agencia de comunicación llenan desde el primer día, hace unas semanas.
A pesar de estar tan cerca de El Maño, han querido darle una personalidad propia, «solo tomando algunos platos de su vecino, pero la mayoría son totalmente diferentes y nuevos», dice Julián. «En El Maño, por ejemplo, hacemos torreznos; aquí hacemos revolconas. Aquí tenemos canelones que no hay en el otro o hacemos una ensalada de tomate con sardina en lata deliciosa.
En un futuro queremos seguir ampliando con casquería como mollejas, manitas de cerdo y callos, y también caracoles», revela Julián.Uno de los platos estrella es la burrata con gambones al ajillo. «Cuando se lo expliqué a mi madre, que es siciliana, puso el grito en el cielo de mezclar queso con marisco, pero tras probarlo le gustó mucho».
También, en los próximos, planean la coctelería como punto fuerte, aunque «por ahora sólo tenemos copas y combinados. Pero vamos a apostar por ello, incorporando incluso un coctelero y contando con la ayuda de nuestro jefe de coctelería del Ruiz», añade Sergio.
Sergio Ochoa y Julián Lara delante de Casa Tabacos
En la decoración también han tenido mucho que ver, ya que es un mundo que les apasiona, y suelen compartir las mismas ideas y gustos. Para este espacio han mantenido el suelo y la barra, que gozan de mucha personalidad, y se han decantado por cuadros de la obra de Miro y Dalí, dos artistas que les gustan.
«Las lámparas las hemos hecho nosotros, y pusimos ventiladores en el techo porque, aunque vayan despacio y no den apenas aire, nos gusta que haya ese elemento de movimiento en el techo».Además del recién estrenado Casa Tabacos, poseen Casa Macareno (San Vicente Ferrer,44), el hermano mayor, local en el que cuentan «con nuestro socio Pepe, quien nos ha enseñado mucho, y es donde hacemos todas las pruebas de comida para el resto de los espacios».
Desde 2018 se hacen cargo también de Bodegas El Maño, una de las tabernas más visitadas de la capital, con buen ambiente donde disfrutar de una rica carta o un sencillo vino por la tarde. También es suyo el Café Ruiz, que destaca por sus cócteles como el expreso Martini o el pisco sour acompañados de una carta de picoteo en la que figuran «el mollete de carne guisada, al que le ponemos un poquito de menta, hierbabuena y cebollita roja fresca o el de albóndigas con tomate».Aunque cada uno de sus locales tiene su propio sello personal, tienen en común que en sus mesas siempre hay un clavel rojo, que haya clientes de todas las edades y que los espacios faciliten que los comensales interactúen entre las mesas. «Son súper eclécticos. Acuden extranjeros, gente local y de otros barrios; el señor mayor de arriba y el vecino veinteañero. Se mezcla todo», puntualiza Sergio.