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Estefanía Ruilope

Casa Tabacos, la taberna que en dos semanas se ha convertido ya en uno de los sitios preferidos de los madrileños.

Expertos en rescatar tascas antiguas para darles una nueva y exitosa vida, los empresarios Sergio Ochoa y Julián Lara, propietarios también de Bodegas El Maño y Casa Macareno, acaban de abrir esta antigua expendeduría de tabacos con platos de toda la vida actualizad.

Sergio Ochoa y Julián Lara en la barra de su nueva taberna, Casa Tabacos.

En sus cartas nunca faltan clásicos como la croqueta de jamón, la ensaladilla, la gilda o unos huevos rotos con gambones, lo que unido a un buen servicio y espacios con personalidad hacen que todo lo que tocan Sergio Ochoa y Julián Lara sea un éxito.

Su historia se remonta diez años atrás, cuando las vidas de estos dos empresarios se cruzaron. Julián era el propietario del restaurante El Cocinillas, en la calle San Joaquín, mientras que Sergio venía de la noche, regentando el Zombie Bar.

Se hicieron amigos y decidieron lanzarse juntos en una aventura empresarial abriendo una primera coctelería llamada Corazón, en la calle Valverde, que según cuenta Sergio «era el sueño de Julián». Con la llegada de la pandemia decidieron desprenderse de ella y del restaurante El Cocinillas y buscar nuevos retos. Desde entonces, cuentan ya con cuatro locales: Casa Macareno, Bodegas El Maño, Café Ruiz y el nuevo Casa Tabacos.

Ambos tienen claro su objetivo, que cumplen a rajatabla cada vez que se hacen con un espacio nuevo. «Nuestra idea es buscar locales emblemáticos y rescatarlos», observa Julián, quien añade que «tenemos amor a lo clásico y a las tabernas antiguas que cuentan con una carta tradicional.» Una filosofía que siguen manteniendo hoy en día, y con la que han logrado que sus locales sean los más solicitados los fines de semana, involucrándose de principio a fin.

«Este mes Bodegas El Maño (Palma, 64) tiene una lista de espera de dos semanas para conseguir mesa en fin de semana», revela Julián.

En cuanto a la comida, cuentan con cartas sencillas que tienen un punto innovador y vanguardista. No se consideran pretenciosos, y se centran sobre todo en que el producto esté rico y tenga buena materia prima. «No hemos inventado nada», reconoce Julián, pero todo el mundo quiere venir a tomarse una ensaladilla, una croqueta, un torrezno o una gilda a nuestros espacios».

La burrata con gambones al ajillo y otros platos de la nueva taberna.

La burrata con gambones al ajillo y otros platos de la nueva taberna.

Tienen comprobado que la gente repite en diferentes horarios, bien para tomarun vermú el finde, bien para un vino después del trabajo o una caña el sábado como aperitivo antes de ir a comer con la familia. Y es que, es raro no volver a ver las mismas caras por alguno de sus locales una y otra vez.Su nueva apuesta se llama Casa Tabacos (Palma, 69) justo enfrente de El Maño.

Lo regentaban otras personas hasta que hace un año y medio se vació, y «lo cogimos porque teníamos claro que ese local tenía mucho potencial. Nos encantaba la fachada, una antigua expendeduría de tabacos, y su suelo de baldosas hidráulicas», cuenta Sergio.Sin publicidad alguna ni agencia de comunicación llenan desde el primer día, hace unas semanas.

A pesar de estar tan cerca de El Maño, han querido darle una personalidad propia, «solo tomando algunos platos de su vecino, pero la mayoría son totalmente diferentes y nuevos», dice Julián. «En El Maño, por ejemplo, hacemos torreznos; aquí hacemos revolconas. Aquí tenemos canelones que no hay en el otro o hacemos una ensalada de tomate con sardina en lata deliciosa.

En un futuro queremos seguir ampliando con casquería como mollejas, manitas de cerdo y callos, y también caracoles», revela Julián.Uno de los platos estrella es la burrata con gambones al ajillo. «Cuando se lo expliqué a mi madre, que es siciliana, puso el grito en el cielo de mezclar queso con marisco, pero tras probarlo le gustó mucho».

También, en los próximos, planean la coctelería como punto fuerte, aunque «por ahora sólo tenemos copas y combinados. Pero vamos a apostar por ello, incorporando incluso un coctelero y contando con la ayuda de nuestro jefe de coctelería del Ruiz», añade Sergio.

Sergio Ochoa y Julián Lara delante de Casa Tabacos

Sergio Ochoa y Julián Lara delante de Casa Tabacos

En la decoración también han tenido mucho que ver, ya que es un mundo que les apasiona, y suelen compartir las mismas ideas y gustos. Para este espacio han mantenido el suelo y la barra, que gozan de mucha personalidad, y se han decantado por cuadros de la obra de Miro y Dalí, dos artistas que les gustan.

«Las lámparas las hemos hecho nosotros, y pusimos ventiladores en el techo porque, aunque vayan despacio y no den apenas aire, nos gusta que haya ese elemento de movimiento en el techo».Además del recién estrenado Casa Tabacos, poseen Casa Macareno (San Vicente Ferrer,44), el hermano mayor, local en el que cuentan «con nuestro socio Pepe, quien nos ha enseñado mucho, y es donde hacemos todas las pruebas de comida para el resto de los espacios».

Desde 2018 se hacen cargo también de Bodegas El Mañouna de las tabernas más visitadas de la capital, con buen ambiente donde disfrutar de una rica carta o un sencillo vino por la tarde. También es suyo el Café Ruiz, que destaca por sus cócteles como el expreso Martini o el pisco sour acompañados de una carta de picoteo en la que figuran «el mollete de carne guisada, al que le ponemos un poquito de menta, hierbabuena y cebollita roja fresca o el de albóndigas con tomate».Aunque cada uno de sus locales tiene su propio sello personal, tienen en común que en sus mesas siempre hay un clavel rojo, que haya clientes de todas las edades y que los espacios faciliten que los comensales interactúen entre las mesas. «Son súper eclécticos. Acuden extranjeros, gente local y de otros barrios; el señor mayor de arriba y el vecino veinteañero. Se mezcla todo», puntualiza Sergio.

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TIME OUT

JESÚS ROJAS

Los amantes del taberneo y lo castizo están de enhorabuena porque, desde hace un mes, tienen una nueva casa de comidas en Madrid a la que acudir recurrentemente. Ya sea para disfrutar de un picoteo informal, acompañado de un vermut Zecchini o de la cerveza artesanal que vienen elaborando desde hace 10 años, o para una comida más relajada –con vinos por copas asequibles– en su coqueto comedor. En ambos casos vas a tener la sensación de haber triunfado, al salir.

Al frente de esta apertura se encuentran Sergio Ochoa y Julián Lara, que ya se ganaron a los malasañeros hace años con el relanzamiento del icónico El Maño, situado justo enfrente del que nos ocupa, y el también imprescindible Casa Macareno. En esta nueva aventura –cocinada al ritmo de la salsa o el flamenco- les acompaña Luis Uguet, también socio de otros proyectos ya consolidados de la dupla Ochoa-Lara, como esa pionera cerveza Malasaña de la que hablábamos.

En Casa Tabacos siguen apostando por el tapeo tradicional hecho a su manera, por eso no faltan elaboraciones como la ensaladilla (con bonito, piparra, aceituna y alcaparra), unos huevos rellenos que te transportan a casa, croquetas de cocido con hechuras clásicas o una tortilla de patata que no suele faltar en las comandas a la hora del aperitivo. «No estamos inventando nada, la carta es muy parecida a la de El Maño, aunque el formato es diferente, la mayoría de los platos no están pensados para ser compartidos», advierten.

Otro detalle que lo aleja de su vecino de enfrente, a nivel de propuesta, es que aquí no vas a encontrar menú del día. “La distribución del local es la que es, casi todo es barra alta, por eso hemos querido apostar por platitos pequeños. El cachopo asturiano y el solomillo de ternera fileteado, que sí son para compartir, serían la excepción (risas)”. Por este motivo, sus horarios no son precisamente los de un bar de toda la vida. De hecho, solo el fin de semana abren desde por la mañana hasta pasada la madrugada.

Entre sus platos más demandados, en estas primeras semanas de vida, están los torreznos de Soria con revolconas, tan sabrosos como saciantes, y los canelones de ragut de ternera. Con respecto a los primeros, nos comentan que los orean durante un día y que, antes de freírlos, pasan por el horno. Y nos reconocen que el otro plato estrella de la casa «es algo muy catalán», aunque sus canelones –como casi todo aquí– tienen una vuelta de tuerca. «Allí se hacen con pularda, pero en realidad puedes usar cualquier carne guisada, desde rabo de toro a carrillera», matiza Ochoa antes de desvelarnos otro detalle muy catalán.

«Estas baldosas las hemos conseguido gracias a unos arquitectos jóvenes que se dedican a rescatar moldes, y justo tenían este modelo en su catálogo», subraya Lara, que es interiorista (aunque regentó durante una década el restaurante El Cocinillas). «Ha sido un ejercicio decorativo más complejo que el de los otros restaurantes, esta vez nos hemos explayado con los materiales y con todo (risas)». Sergio se refiere, por ejemplo, a la barra de mármol que preside un local en el que todo está cuidado al máximo y que llama la atención de todo el que entra. «Han venido decoradores de renombre a preguntarnos quién nos ha hecho el proyecto. Y flipan cuando se enteran de que hemos sido nosotros (risas)».

Tampoco conviene pasar por alto que Casa Tabacos no es solo fachada (la suya está protegida, por cierto). A diferencia de otros proyectos del grupo, en este hay cierta querencia por la casquería y por otras partes menos nobles de los animales que «a las nuevas generaciones parece que no les cuadra demasiado». Se refiere concretamente a las mollejas de cordero, los callos de Madrid y la oreja en adobo tostadita, que luchan por tener su protagonismo dentro de una oferta muy bien pensada en la que no faltan varias opciones de pescado y verduras.

Con esto último se han volcado también nuestros dos anfitriones: «No somos cocineros, pero sabemos entrar en cocina y dar pautas. Tenemos capacidad para controlar desde la producción a los emplatados». Y no te vayas a creer que la cosa se queda ahí, las labores de Ochoa y Lara van mucho más allá de pasar por los locales para revisar la caja al final del día: «También nos implicamos en el branding o la maquetación de la carta, aunque tenemos un diseñador gráfico que conoce nuestros gustos y es el que ejecuta».

Mientras nos despedimos, comprobamos que la rotación de mesas es alta y descubrimos que sus taburetes tienen el sello del recientemente fallecido Pepe Cortés (Premio Nacional de Diseño en 2006) grabado a fuego. Y estamos seguros de que en futuras visitas nos sorprenderán con algo más, porque esto solo acaba de empezar.

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ELLE

 


LORETO BLANCO

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Desde casas centenarias hasta la última apertura donde rendirse al vermú, estas son las direcciones gourmet en clave madrileña donde disfrutar de sus platos más tradicionales.

Los responsables de encumbrar Casa Macareno, Bodegas El Maño y Café Ruiz, reconquistando así el espíritu castizo propio del barrio de Malasaña, lo han vuelto a hacer.

Su último proyecto, abierto a finales del año pasado, se llama Casa Tabacos y debe su nombre a la ubicación. En esta ocasión, Julián Lara y Sergio Ochoa han querido darle vida a una antigua expendeduría de tabacos.

Han hecho su magia y, conservando la fachada con el letrero original del estanco, le han dado al local una personalidad propia sin desligarse de los detalles clásicos de sus otros restaurantes: no faltan los claveles rojos, una gran barra, los platos con motivos del zodiaco, obras de arte singulares.

Para la elaboración de su carta, han seguido el mismo patrón. Sin olvidarse de los clásicos como los torreznos, la ensaladilla rusa o su famosa tortilla de patatas. Aunque la verdadera estrella del nuevo local es la burrata con gambones al ajillo.

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